miércoles, 25 de noviembre de 2009

Janis Babson

Janis Babson


1.

Se nombre es Janis. Janis Babson. Nació en Canadá, en la ciudad de Windsor, Nueva Escócia; cuando tenía dos años, ella y su familia fueron a vivir a Ottawa. Su padre era miembro de la Policía Montada del Canadà, y se llamaba Rudy. Su madre, que todavía vive, se llama Rita. Cuando pasó lo que os explicaré, corría el año 1960. Janis era la segunda de seis hermanos. Tenía una hermana mayor, Charmaine, y cuatro hermanos más pequeños: Roddy, Karen, Timmy y Sally. Los dos últimos eran los bebés de la casa, y Janis les llamaba "the small fry", que podríamos traducir como "la gente menuda". Después de morir Janis, aún nació otra hermana: Stephany.

A Janis le gustaban muchas cosas de las que os gustan a vosotros. Era una niña alegre y sensible. Le gustaban especialmente los caballos, la nieve, hacer jugar a los niños más pequeños... Muchas veces pedía a sus padres que compraran un caballo. Alguna tarde se llegaba a un campo que había cerca de su casa y desde la valla les daba zanahorias a unos caballos que allí había. Su madre tenía que esconder las zanahorias de la cocina porque Janis se las cogía para los caballos y se quedaba sin ninguna.

Un día, no muy lejos de donde vivía, calle abajo, construyeron un colegio que se llamó Saint Nicholas School. Era un colegio llevado por monjas, y pronto había de ser su colegio. Cerca de su casa vivía una vecina de su misma edad, Tricia, con quién se hicieron muy amigas.

Para Janis, despertar cada día era como un regalo. Alguna vez le decía a su madre cosas como ésta: "Dios mío, mamá, es fantástico"!... ¿"Qué es fantástico"?, le decía su madre. Y Janis respondía: "Pues... la escuela, la nieve, jugar con los niños... ¿Sabes?: Todo!!

A veces le daba gracias a Dios por todas las cosas buenas del mundo. No era que se sintiera mística o especialmente espiritual. Ella, eso de "mística" ni siquiera sabía qué quería decir. Tan sólo era que sentía a Dios muy cerca: formaba parte de su vida de cada día. Ella le hablaba y le quería.


Janis carrots 1

2.

Janis era simpática y se preocupaba de los demás. A veces, cuando se enteraba de algo que la conmovía, decía: "¿Por qué no podemos vivir en paz? Me gustaría poder ser la mejor-amiga-del-mundo de todos". Siempre había simpatía, gracia y una gran tranquilidad en todo lo que hacía. Es por eso que la suya, no es una historia triste.

Ya os he contado que le gustaban mucho los caballos. Cada semana esperaba la hora de ver un programa de televisión que hablaba de caballos. Se llamaba National Velvet. Al acababar el programa, siempre iba a la cocina, donde estaba su madre y le decía: ¿"que te parece, mamá, no podríamos encontrar la manera de comprar un caballo"?, y ella siempre le decía que no, que había cosas más importantes en las que gastar el dinero. Pero una tarde, cuando acabó el programa de los caballos, empezó otro programa en el que hablaban de las personas ciegas. A Janis le interesó mucho. Buena parte de las personas ciegas, decían en el programa, podían recuperar la vista si se les podía hacer una operación de transplante de córnea. Pero para hacer una operación de este tipo, hacía falta que hubiera personas dispuestas a donar sus ojos en el momento de su muerte murieran a un "Banco de Ojos". En el programa también salía una madre joven que relataba cómo había perdido a su hijo pequeño cuando le atropelló un coche. Cuando ocurrió el accidente ella se desesperó, pero de pronto se le ocurrió que podría donar los ojos de su hijo y así, de algún modo, seguiría presente en el mundo, aunque fuera en los ojos de otra persona. Tal como lo pensó, lo hizo, y contenta, explicaba en el programa de televisión cómo, después de haberlo hecho, recuperó la serenidad y la esperanza que había perdido. Janis quedó muy impresionada. Se quedó pensando un rato y después, decidida, se dirigió a la cocina. Le dijo a su madre que quería decirle una cosa. Ella, sin mirarla, le dijo: "qué pasa, ¿quieres un caballo?". Pero Janis le dijo que cuando ella muriera, quería donar sus ojos a un Banco de Ojos. Sorprendida, su madre le dijo: “¿cómo dices?!" , y Janis le contó que había visto un programa de televisión en el que hablaban de un Banco de Ojos para ayudar a las personas ciegas, y que ella quería colaborar. La madre le dio un montón de zanahorias y le pidió que se quedara allí con ella a cortarlas en trocitos bien chiquitines; así, mientras tanto, le explicaría lo que había visto en aquel programa. Janis, más adelante lo supieron, hablaba en serio...

Cutting carrots new

3.

Aquel mes de Febrero nevó mucho. Janis estaba entusiasmada. Se pasaba muchos ratos en la calle jugando en la nieve. Pero un día, de pronto y sin saber porqué, se sintió muy cansada. Sólo tenía ganas de bostezar y no tenía fuerzas ni para comer. Su madre pensó que debía estar cogiendo un resfriado; pero pasó todo el mes y seguía sin apetito. Se adelgazó y tenía mal aspecto.

Un día en que hacía mucho viento y nevaba, volviendo de la escuela, estaba tan débil que apenas podía avanzar. La fuerza del viento la hacía caer. Su hermana mayor, Charmaine, y Roddy, que era más pequeño que ella, ya habían llegado a casa. Su madre vio por la ventana cómo hacía esfuerzos para andar y, asustada, envió a Roddy para ayudarla a llegar a casa. El niño le cogió los libros y se puso a andar delante de ella para abrirle paso. Ella, cogida de la chaqueta de Roddy, consiguió llegar a casa. Cuando entró se dejó caer en una silla: "No sé qué se me ha pasado", dijo, "es que no podía más". "Estoy tan cansada..." Su madre la miró con atención y no fue hasta aquel momento que tomó conciencia de hasta qué punto estaba pálida y delgada. Aquellos ojos castaños suyos parecía que le llenaran la cara.

Al día siguiente, su padre salió pronto del trabajo y la llevó al médico. El médico le dijo sonriente: ¿"Qué hay, niña, qué es eso? ¿Una nueva manera de no ir a la escuela"? Janis le hizo reír cuando contestó enseguida: "No. Es una nueva manera que ha encontrado mi padre de salir antes del trabajo..."

Después de hacerle unas pruebas, el médico la mandó al analista para hacer unos análisis de sangre, y así que tuvieron los resultados, vieron que la cosa era grave. Le dijeron a su padre que probablemente tenía Leucemia (un cáncer en la sangre) y que, por lo pronto, tendría que ingresar en el hospital el día siguiente…

Janis Roddy and the storm new

4.

Cuando su madre le dijo a Janis que tendría que ir al hospital, cogió un buen disgusto. "Al hospital?, dijo. "Yo no quiero ir, al hospital! No estoy enferma, tan sólo estoy cansada… y además, allí me moriría, sola, sin ti y sin papá! Su madre no dijo nada; la acarició y después le habló con suavidad: "Ya sé cómo te debes sentir, hija mía; se te hace difícil a ti, y a mí, y a todos, pero tenemos que hacer lo que el médico dice, si queremos que te pongas bien..." "Además, tenemos que aceptar las cosas malas que Dios permite, tal como aceptamos las que nos hacen felices. Él sabe qué es mejor para cada uno de nosotros, y si tú puedes llegar a decirle que quieres lo qué Él quiera, no te será ni la mitad de difícil. ¡Ya lo" verás! Janis se enjugó las lágrimas y le dijo a su madre que le gustaría quedarse un ratito sola en la habitación para pensar en aquello que le acababa de decir. Cuando ya se iba, su madre la vio que se ponía a rezar. Al cabo de un rato bajó y dijo: "Todo a punto, momà. Ya estoy preparada.."

Por la noche ingresó en el hospital, en una sala grande donde había otros niños. Sus padres subieron un momento para decirle adiós. Ella estaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas; llevaba una camisola blanca y ya estaba mirando con curiosidad a los otros niños que había en la sala. Cuando la abrazaron para marcharse los dijo flojito: "volveréis a verme, verdad?"

Enseguida hizo amistad con cada uno de los niños que había allí. Era como si los males de los otros le parecieran siempre más importantes que el suyo. Así que recuperó un poco las fuerzas, se lanzó, contenta, a llevar su compañía y sus atenciones ahora a uno, ahora a otro, como si su corazón rebosara alegría y no tuviera más remedio que repartirla...

Iba a animar a la pequeña Sue que no dejaba de llorar por su mamá; cantaban juntas con Jo-Anne; explicaba sus mejores cuentos al grupo de niños que no se podían mover por culpa de sus brazos, piernas y cabezas rotas, y les arreglaba la almohada; le llevaba vasos de agua a Johnny que no paraba de darles la lata a las enfermeras; le echaba una mano a Paula con sus deberes -la pobre Paula, que tenía que recibir clases allí mismo con una tutora, de tanto tiempo como hacía que estaba en el hospital.

Casi cada tarde iba su madre a verla y, por la noche, cuando podía, se le juntaba su padre. También fueron a verla dos hermanas del colegio; le llevaron regalos de sus compañeros de clase, y también una figurita de plástico del Niño Jesús y una fotografía pequeña, enmarcada, de santa Teresa de Lisieux. Estos dos regalos fueron muy importantes para Janis durante el año y medio que vivió todavía. Los médicos ya habían dicho a sus padres que no podría vivir mucho más tiempo de un año, pero eso a ella no se lo dijeron.

Pronto pasó todo un mes y, al cabo de unos días, como con el tratamiento había ido mejorando bastante, le dieron permiso para volver a casa.

janis hospital

5.

Cuando volvió del hospital, su amiga Trícia la estaba esperando delante de su casa. Bajó del coche corriendo: "¡Trícia!, ¡estoy en casa!, Dios mío, Trish!”, le dijo a su amiga mientras la abrazaba. Después entró en casa, feliz, a saludar a sus hermanos.

Empezaron unos días especiales para toda la familia. Haciendo caso del consejo del médico, los padres no dijeron a sus hermanos que Janis tenía leucemia. Se propusieron aprovechar el tiempo que le quedara de vida haciendo aquellas cosas que siempre habían dicho que harían "algún día” pero que nunca hacían. Ahora, el "algún día" había llegado, y hubo excursiones en coche, juegos en casa por las noches, vino de Fort William la abuela de Janis... También las comidas eran especiales; recuperada, ahora Janis tenía hambre y comía bien. No parecía que estuviera enferma; jugaba y corría como antes.

Cada martes por la mañana, sin embargo, tenía que ir a la clínica con su padre. Pronto hizo amistad con las enfermeras y el personal de la clínica; no se olvidaba de subir a ver a su Freda siempre que podía y a los otros niños y niñas ingresados en la planta donde ella había estado. Aquél era un centro de oncología, y las personas que atendían a los enfermos sabían qué pacientes tenían un diagnóstico grave. Trataban con tacto a Janis, y ella enseguida se ganó su simpatía. Nadie hablaba de ello, pero los martes por la mañana había una especie de expectación: todos esperaban ver llegar aquel rayo de luz que era Janis. Iba de un lugar al otro saludando a cada cual, contando cosas. Más de una vez, cuando una de las enfermeras no estaba, le había dejado una nota como ésta, hecha con la máquina de escribir de la consulta: "Querida Jessamyn, hoy la he echado de menos. ¿Dónde se había metido? Besos. Janis"

Otra limitación que tenía que sobrellevar era la de tomar las comidas sin sal. A ella le gustaban mucho las salsas y los aperitivos como las galletas de pececitos salados y las patatas fritas. Un día improvisó para su madre una canción que decía:

"¡oh mamita, por favor, dale el alto / a las patatas fritas sin sal!"

("¡Oh, Mommy, please call a halt / To French fries with no salt!")

Pasó todo el verano con normalidad; el día que hizo 9 años -el 9 de septiembre- le regalaron una bicicleta y, emocionada, hacía excursiones por los bosques de los alrededores. Pero en octubre volvió a empeorar. El médico le hizo nuevas transfusiones de sangre y le recetó una medicina diferente. Le dijeron que ahora no podría hacer ejercicio ni juegos movidos. Eso le costó, pero así, poco a poco, fue mejorando otra vez.

Janis Typewriter

6.

Con la vida menos movida que llevaba ahora, Janis se había vuelto más reflexiva, pasaba más ratos leyendo y tenía un ánimo más estable y tranquilo. Siempre había sentido la inquietud de complacer a les demás, pero ahora lo hacía con más ganas; ayudar la hacía feliz. Agradecida por cómo la habían acompañado cuando estuvo en el hospital, ahora quería devolver tantas atenciones como había recibido. Cuando no había clase, pasaba largos ratos con sus hermanos pequeños; les enseñaba a leer y pintar, y les leía cuentos. También tuvo la idea de preparar con ellos, cada sábado por la mañana, un desayuno especial para sus padres.

Así fue pasando todo el curso, y después el verano. Pronto fue septiembre otra vez y empezó un nuevo curso. Ya tenía diez años. Se propuso sacar buenas notas en matemáticas, la asignatura que más le costaba, y lo consiguió. De lenguaje sacó la nota máxima; sus redacciones tenían la misma gracia y vivacidad que su modo de hablar.

Había algo que la hacía sufrir de veras: ya no era delgadita y ágil antes; las medicinas tan fuertes que tomaba la habían engordado y se le oscureció la cara. Un día, un niño pequeño de la escuela le dijo: "eh, gorda ... más valdría que adelgazaras!”. Volvió a casa hundida. Cuando, llorando, se lo contó a su madre, ella la abrazó. No sabía como consolarla; pedía ayuda al cielo para encontrar las palabras. Al final le dijo: ¿"Tu crees que a Dios le importa, tu apariencia? Es lo que hay dentro de ti, tus sentimientos, lo que Él tiene en cuenta". Janis se tranquilizó, pero no fue hasta la semana siguiente, que recuperó su buen humor de siempre: entró muy contenta en casa y, su padre, que estaba leyendo el periódico, le dijo: ¿"Qué pasa, señorita"? Ella respondió, con su mejor sonrisa: "Me escondo de un admirador mío. Imagínate: ¡me ha estando siguiendo hasta casa desde la escuela!”. Eso le había devuelto la alegría. Más adelante, se encaramó en la butaca donde estaba su padre y, dándole golpecitos en la barriga, le dijo: "No sé si conseguiré alguna vez estar tan gorda como tú, ¿qué te parece?" Y él, que tenía el mismo sentido del humor que Janis, contestó haciéndose el ofendido: “¿Quién está gordo? ¡Tienes que saber que todo eso que ves aquí es músculo!... y rompieron a reír los dos.

Janis' breakfast

7.

A principios de diciembre, en la escuela de Janis repartieron a los alumnos unas cajitas con felicitaciones de Navidad para venderlas entre los familiares y amigos. El niño o niña que consiguiera vender más, recibiría como a premio un libro. Janis intentó vender muchas postales para ganar el premio, pero como aquellos días tenía que pasar largos ratos en la clínica para recibir tratamiento, cuando pasó por las casas de su calle a vender postales, resultó que ya las habían comprado a los otros niños que habían pasado antes que ella. Al principio se enfadó por la desventaja añadida que le suponía su enfermedad, pero después tuvo una idea para cambiar la situación: se llevaría las cajas de postales a la siguiente visita en la clínica y probaría de venderlas allí. Le salió perfecto. Gracias al personal, las enfermeras y todos los amigos enfermos que allí tenía, vendió tantas postales que ganó de sobra el premio.

El libro que le dieron, "Saint Therese and the roses", era una biografía de santa Teresa de Lisieux. Cuando Janis estuvo ingresada en el hospital --ya se ha dicho una poca más arriba-- las monjas le regalaron una foto de santa Teresita y le explicaron cosas de ella. La foto la tenia guardada. Cuando alguna vez la miraba y había alguien delante, decía que no entendía por qué a una santa tan contenta como aquélla le habían hecho una foto en la que se viera seria. Pronto leyó todo el libro. Le gustó muchísimo; le dijo a Charmaine que, así como ella era su hermana mayor aquí en la tierra, ahora también tenía una hermana mayor en el cielo: Teresita de Lisieux.

Saint Therese and the roses

Después, agradecida, hizo un Belén de cartón y figuritas de algodón, y lo llevó a la planta de niños del Hospital. Le dijo a la enfermera del mostrador: "¿no tendrías habitación, para éstos?”. La enfermera, emocionada, le dijo: "¡Y tanto! les daré el lugar de honor” Limpió una esquina del mostrador y, con toda ceremonia, colocó allí el Pesebre de Janis.

Durante aquellas fiestas de Navidad, el estado de salud de Janis empeoró bastante, hasta el punto que, a mediados de enero, tuvieron que ingresarla otra vez en el hospital. Aumentaron la dosis de las medicinas que tomaba y pronto pudo levantarse. Enseguida que volvió a andar se dedicó otra vez a ayudar a los niños enfermos de la planta. Un día, después de haber pasado toda la noche haciendo compañía a Donna, una niña de tres años a quien había atropellado un coche, las enfermeras la nombraron "ayudante oficial, no oficial, de enfermera."

Esta vez tan sólo pasó en el hospital poco más de una semana...

Janis' nativity

8.

Janis volvió a casa a mediados de febrero, pero ya no iba a la escuela pues al médico no le parecía conveniente. Se quedaba en casa leyendo, o tejiendo unas manoplas de punto para Sally... A veces le decía a su madre que estuviera un rato con ella, y entonces le pedía que le contara cosas. Le gustaba mucho escuchar, una y otra vez, la historia de cómo se conocieron con su padre y cuando se casaron. Después, por la tarde, venían a verla sus amigas de la escuela. Ella se esforzaba en mostrarse animosa, hablaba con ellas, las entretenía y más de una vez su madre había oído como alguna le pedía, llorando de tanto reír, que parara de hacer broma...

Ahora el dolor en la espalda era casi constante. Apenas se quejaba ni decía nada, pero de vez en cuando, alguna contracción en la cara la traicionaba, y alguna vez, en medio del silencio de la noche se oía un grito agudo que no había podido controlar.

A mediados de Marzo tuvo que volver al hospital. Ya no podía mantenerse en pié y tenía que estar todo el tiempo en la cama. Le hicieron un tratamiento a base de radiaciones para intentar detener el mal. Seguía sin darse por vencida, pero un día, cuando sus padres fueron a verla por la noche, la encontraron dormida. Le había caído la libreta y había quedado abierta, boca abajo. Cuando la recogieron leyeron algo que había escrito:

"At this moment I am crying for my dear, dear, dear mother and father as I am homesick in this hospital. I don't think I shall ever let myself think anything mean about them again in my life as right now I see how much I love them"

("En este momento estoy llorando por mi querida, querida, querida madre y mi padre pues me añoro en este hospital. No creo que nunca pueda hacer nada más en toda la vida que pensar en ellos tal como ahora que veo cuánto les quiero")

Con el corazón encogido, volvieron a dejar la libreta y salieron de puntillas de la habitación. Fueron a ver al Dr. English, que era el médico que la llevaba, y le propusieron un plan: si dejaba que se lo llevaran a casa, ellos seguirían al pié de la letra las indicaciones que les diera y la llevarían al hospital tantas veces como hiciera falta... Él accedió. ¿"No queda mucho tiempo, verdad"? les dijo con suavidad. "Ya, poca cosa más podemos hacer..." Aquel médico quería mucho a Janis, ellos dos se habían convertido en buenos camaradas.

Sally's mittens

9.

De vuelta del hospital, al enfilar su calle, el conductor de la ambulancia hizo sonar la sirena hasta que llegaron a casa. Le dijo a Janis que lo hacía para avisar a todo el mundo de que ella volvía...

Sus padres habían cambiado de sitio su cama y la habían colocado al lado de la ventana. En la cabecera, había colgado un gran cartel de bienvenida que le habían pintado Charmaine y Rody.

Ahora leía poco. Algunos ratos en que podía estar sentada, le gustaba mirar por la ventana. El dolor casi no la dejaba. Las células enfermas habían llegado a la cabeza; le dolían los dientes y se mareaba. No soltaba aquella figurita del niño Jesús que le habían regalado las monjas del colegio.

El 4 de Mayo se agravó y no hubo más remedio que llevarla otra vez al hospital. Mientras esperaban a que llegara la ambulancia, su hermana Charmain le leía chistes. De este modo la distraía del dolor y aún la hacía reír.

Janis-i-Charmaine

Al día siguiente, cuando su madre fue a verla, Janis estaba radiante.

-"¿Momà, sabes qué?" le dijo en cuanto apareció.

-"No, ¿qué?" - "Anoche recibí otro sacramento"

-"¿Qué quieres decir..? tú..."

- "Sí. ¡Me han dado la extremaunción!" (en aquellos años, a la "unción de los enfermos" se la llamaba "extremaunción")

- "Vino a verme Father Joanisse y me explicó que la Extrema Unción sirve tanto para prepararme por si me muriera como para ayudar a ponerme buena. ¡Fue muy bonito! Primero dijo unas oraciones y rezamos los dos el "yo confieso a Dios". Después me hizo una cruz con aceite en los ojos, los oídos y los labios, y en las manos y los pies, y pidió a Dios que me perdonara todos los pecados. ¡Me siento tan bien!”

Después, cuando vino su padre, le pidió hacer un testamento. "Las personas hacen su testamento antes de morir" dijo con tranquilidad. "A mí me gustaría hacer el mío, por si acaso..."

Ellos le siguieron la corriente. No podían hacerlo de otro modo, pues ella se lo pedía calmosa pero convencida. El padre cogió un papel y un lápiz y con aire oficial, como si fuera un notario, fue tomando nota rápidamente de todo lo qué decía: "La bicicleta nueva para Charmaine, las acuarelas para Rody, las muñecas para Karen, y los otros juguetes para Timmy y Sally. El libro de plegarias y los ahorros para ti, popà, y el joyerito y las colonias para ti, momà." Cuando hubo acabado, abriendo mucho los ojos y moviendo el dedo, añadió: ¡"Y no os olvidéis de que tenéis que dar mis ojos al banco de ojos!"

Después, al cabo de un ratito, les dijo sonriente:

"Aunque me hayan dado la extremaunción y que haya hecho testamento, no quiere decir que tenga que morir. Yo sigo rezando para que Dios me cure"

10.

No siempre estaba tan contenta y serena, Janis. Tenía unos espasmos que le duraban mucho rato y la hacían sufrir mucho. Era entonces cuando cogía con fuerza la figurita del Niño Jesús. Pero cuándo tenía momentos buenos y se encontraba mejor, volvía a su optimismo de siempre y pensaba que quizás ya se estaba curando del todo.

Jesus Janis figurine

«la figurita......era blanca, de unos 5 cm de alto, la llevaba en su mano cogida y siempre la apretaba con fuerza cuando le estaban haciendo uno de aquellos test de médula extremadamente dolorosos. Le pedía fuerzas al Niño Jesús para superarlo ("She would pray to The Child Jesus for strength to get through it")» (Charmaine)

Un día, cuando le llevaron la comida, tuvo una sorpresa que la puso muy contenta: al coger la servilleta, encontró una nota escrita con letras grandes que decía "I LOVE YOU" y debajo había escrito su nombre un chico de la sala de al lado. Era un niño que venía a verla cada día y con quien procuraban darse ánimos el uno al otro. Aquello le emocionó. En cuanto llegaron sus padres por la tarde se lo contó. Este chico hace tal como dices tú, momà: no me quiere en absoluto por lo que ve de mí... ¡tiene que ser muy buen chico"!

A medida que pasaban los días, los espasmos eran más serios y más fuertes. No sabía qué pensar. ¿Si Dios hubiera querido cuidarla, como era que cada vez estaba peor? Ella quería saber si Dios se la se iba a llevar o no...

Después de tantos días de enfermedad y de haber ido a tantas pruebas y visitas, Janis, que tan sólo era una niña de diez años y medio, todavía no sabía que tenía Leucemia. No fue hasta el día siguiente de lo de la servilleta que lo supo. Entraron a su habitación un médico joven y una enfermera que hacía prácticas. El médico le dijo a Janis: ¿"Y pues, qué te pasa, bonita?", y la enfermera, mirando el historial, dijo enseguida: "Tiene leucemia". El médico miró con severidad a la enfermera, pero lo que había dicho ya no se podía arreglar.

Cuando su madre llegó por la tarde, Janis le dijo: "Tengo leucemia, verdad?”. Como la cogió por sorpresa, su madre tardó un poco en contestar. Ella no la había engañado nunca y ahora tampoco lo haría. Le dijo: ¿"Cómo te sentirías, si tuvieras leucemia? Te asustarías?”. Janis dijo que no con la cabeza. "Si yo tengo leucemia -le dijo- es que a Dios le parece que debo tenerla. ¿Por qué tendría que asustarme? Y además, de todos modos, si Él lo quisiera todavía me podría curar". Su madre cogió su bolso, y sacó de dentro aquel marco con la foto de santa Teresita de Lisieux que le habían regalado a Janis. Le dijo: "ya iba siendo hora que tu hermana mayor viniera a visitarte", y se la dio. Pero antes, en casa, había cambiado la foto y en vez de aquella en la qué se veía a Santa Teresita tan seria, había puesto otra en la que estaba sonriente. Allí se veía representada como si estuviera en el Cielo y desde allí dejara caer en la Tierra un montón de rosas. Emocionada, Janis besaba la imagen. Dijo: “¡Momà, ésta es la señal! ¡Mi hermana mayor lo ha visto! ¿Ves esta lluvia de rosas? Es ésta, la señal. Ahora ya sé que no me curaré. El buen Dios vendrá a buscarme"

Janis - Therese shower of roses

11.

A partir de aquel momento ya no habló más de curarse. Ahora hablaba de cuando se fuera al Cielo. Dejadme que os copie un párrafo entero del libro de la Hermana Mary Rose (Rena Ray). Es del 9 de Mayo, tres días antes de morir:

«”Lo primero que haré cuando llegue al Cielo será correr hacia la Virgen María y esconder mi cabeza en su regazo, entonces le pediré que te consuele y que cuide de toda la familia”. Janis decía esto como si estuviera planeando un paseo...

Janis and Virgin Mary

»Entonces, cuando se dio cuenta de las lágrimas en los ojos de su madre, le supo mal.

»" No quiero que llores por mí, Moma. No quiero que nadie esté triste, ¿no ves que así estropeas la felicidad que siento? "»

Al día siguiente, por la mañana, en un rato en el que se encontraba mejor, le dijo a su madre que le pidiera a una niña que había en la habitación, más pequeña que ella, que cantara una canción. La niña tenía muy buena voz. Le preguntó qué canción le gustaría oír, y Janis le dijo a su madre: "alguna canción alegre; pídele a ver si sabe la de "old McDonald had a farm ", es una canción feliz...»

Más tarde se oyó música de una radio que alguien escuchaba fuera de la habitación. Se oía bastante alto y una enfermera que pasaba entró para preguntar si querían que bajaran el volumen. Su madre ya iba a decir que sí, pero Janis dijo que no con la cabeza. Con voz apagada dijo: "I love it", y probó de seguir el ritmo con los pies. Pere con su gracejo de siempre añadió: "si no fuera por estas malditas sábanas, tan tirantes, aun podría bailarla."

Su padre se quedó toda la noche con ella. De madrugada, cuando llegó su madre, antes de que pudiera entrar en la habitación la detuvo una enfermera —se notaba que había llorado— y dijo: "por favor, dígale cómo está de bonita!" "Nos ha pedido que la preparásemos..." La habían lavado y peinado; había pedido que le pusieran la camisa de dormir que le habían regalado poco antes, una que era de color rosa con florerillas blancas.

Cuando entró en la habitación, su madre le dijo: "Oh, estás preciosa...!" Janis sonrió. Estaba despierta, pero cansada. "Ahora ya estoy a punto", dijo. Perdía la conciencia, se despertaba, se volvía a dormir... Una de las veces en que se despertó, preguntó a ver si podrían pesarla, cuando muriera. "Si fuera al Cielo, me gustaría saber si voy tal como era siempre, bonita y delgada..." Su madre le dijo: "Janis, amorcito, tu cuerpo es sólo un vestido; que no te acuerdas?" Janis rió:" ¡Es verdad! —dijo— es que me estoy haciendo vieja y pierdo la cabeza... "

Por la tarde, hubo un momento en que pareció que despertara de una pesadilla y le dijo a su padre con voz clara: "Popa, ya has arreglado lo del banco de ojos?" Él tuvo que admitir que no lo había hecho. "Me prometiste que lo harías. Quiero que lo hagas... por favor!"

Su padre fue a buscar una enfermera y le preguntó si ella sabía qué debía hacer para lo de la donación de los ojos. La enfermera llamó al Dr. English y poco después llenaron un formulario. Cuando Janis lo supo se quedó tranquila y le dio las gracias a su padre.

Hacia las ocho de la tarde su madre se dio cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida. Le dijo al oído: "Janis, el buen Dios pronto vendrá a buscar. Si te das cuenta, dínoslo, que queremos decirte adiós! "

«Veinte minutos más tarde —copio lo que dice el libro de la Hermana Mary Rose (Rena Ray)— Janis se agitó suavemente y abrió los ojos, grandes y brillantes como si estuvieran mirando hacia algo resplandeciente. Su cara se abrió en una sonrisa radiante, impresionante en su belleza.

»"Es eso el Cielo?" preguntó; y pareció como si se alejara. Después, su sonrisa se tornó en una expresión preocupada. Miró directamente a su padre y a su madre y les llamó con urgencia: "Moma... Popa...! venid, aprisa...!"

Janis Rita & Rudy

»Al cabo de un instante se cogió a sus padres en un último abrazo. Poco a poco sus ojos se cerraron. Fue así como Janis dio a Dios su alma hermosa.

»Eran las 9:25 de la tarde del viernes 12 de Mayo de 1961»

Este texto se ha escrito a partir de información extraida de los libros de los autores Lawrence Elliott ("The Triumph of Janis Babson") y Rena Ray --un seudónimo usado por la Hermana Irene Primeau, de la congregación SISTERS OF THE HOLY CROSS-- ("Janis of City View").


Sally Babson, hermana de Janis, ha tenido la amabilitad de leer la versión inglesa y comentarla con estas palabras: «I can’t tell you how moved I was to once again read Janis’s story. No matter how many times I read it I am still brought to tears every time. There are a few spelling errors but I wouldn’t worry about them. The story comes through loud and clear. (...) I know that Janis is smiling because she has not been forgotten. I will share this link with my family and anyone else you inquires about her story until her official website is launched.»

Tan pronto tengamos conocimiento de la publicación del sitio oficial, pondremos un enlace aquí mismo. El texto ha sido redactado por Mingu, con la correcciones de Nico, Pil Rossinyol y su amiga Sally para la versión inglesa + las correcciones de Maria M. y Pilar Torra para la versión catalana.Queremos dar las grácias a Sally Babson por darnos el permiso de publicar este resumen, a Charmaine Babson por algunas informaciones y comentarios, y agradecer también el esfuerzo y dedicación de Bob Minder, de California, que ha hecho posible que o se perdieran los textos originales, enviando copias (en una bonita carpeta verde) a todo el que se las pedía.

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